Dos lados desnivelados me hacen inclinar la cabeza. El cerebro se rebela y lucha por ordenarle al cuerpo que los nivele. Así pasen horas o días, lucha y lucha por el equilibrio perfecto.
Asimetricamente irracional siento que la vida se me escapa a veces entre los huecos de mis dedos enlazados entre sí de un modo absurdamente simétrico. Y para atraparla escribo con palabras sin orden rodeada de la moderada entropía de mi pequeño universo.